miércoles, 23 de enero de 2013

Hoy me pongo mi gorro de pensar...

Siempre he pensado, desde mi ignorancia, que era la cosa más fácil del mundo encontrar la lana que tenías en mente, ahora que sé de lo que hablo sé evidentemente que no es así. Vivo cerca de una mercería, donde he pasado muy buenos ratos acompañando a mi madre a comprar botones mientras yo alucinaba con los millones de filigranas, lanas, agujas, hilos, cremalleras y corchetes que brotaban por todos los cajones o estanterías de esa minúscula tienda. Pero es cierto, que cuando no tienes ni idea de algo todo te parece un mundo y hasta la cosa más sencilla se convierte en lo más complicado.

Desde muy pequeña me llamó la atención el ver a mis familiares de Jerez sentadas frente a la radio tejiendo jerseys, bufandas o lo que fuera para pasar el invierno y de paso echar el rato con las amigas o vecinas mientras se contaban sus vidas y compartían un café y unos dulcecitos. Quizás por eso siempre había tenido en mente la idea de coger un día las agujas y ponerme en serio, o todo lo en serio que una persona inconstante como yo se puede poner a hacer algo. Mi madre, cuya paciencia precisamente no es una de sus virtudes, muy a su pesar me enseñó las cosas más básicas con las que ella se había defendido a duras penas pero cuando no tienes paciencia para hacer algo, al final le acabas cogiendo odio. Así me introduje en los mundos de blogs y canales de youtube, tanto españoles como del resto de europa, americanos o asiáticos, para comprobar lo que se es capaz de hacer con dos agujas, un ovillo de lana, un poco de tecnica y una buena dosis de imaginación.

He intentando adelantar en algo mis proyectos, tengo tantas cosas en mente que casi no me quedaría tiempo para hacer absolutamente nada más, pero quizás lo que más eche de menos es tener a ese alguien que se siente contigo, que comparta un cafe y unas pastas y con quien escuches musica o, a unas malas, el "Sálvame" de fondo mientras dais rienda suelta a las agujas. Quizás se vea como algo anticuado, totalmente fuera de lugar, compartir con gente de tu edad o más mayores una tarde tejiendo y no deja de sorprenderme las caras de éxtasis de algunas personas cuando les digo "este gorro me lo he hecho yo". Así que llega un momento en que no sé si por cansancio o por qué dejo que comentarios como " como las bufandas de mi abuela" me hagan sentirme con 80 años y me quiten las ganas de todo, al menos durante un tiempo.

Pero luego la curiosidad y las ganas de aprender pueden más que las ganas de hacer sangre de la gente que no se interesa en absoluto por intentar hacer cosas con sus propias manos, ya que evidentemente desconocen lo gratificante que es un trabajo bien hecho, y sigo buscando cosas que aprender y proyectos en los que meterme de cabeza, aunque tarde otros 10 años en acabarlos. Y he aquí el porqué de mi entrada, quizás muchas personas que se dediquen a esto compartan mi misma opinión pero el mercado de las cosas de labores es bastante deficiente en este país, la industria de la lana acaba por terminar siendo exasperante ya que las que venden tienen una calidad pésima y unos tintes y colores horrendos, el precio de los ovillos es algo exagerado para la calidad que tienen y encontrar agujas de números que pasen del 5 o agujas de ganchillo de mas del 2 es casi imposible, y si las encuentras, prepara el bolsillo. Al final acabamos recurriendo siempre a los mismos lugares, chinos, bazares o tiendas de "todo a 1€" donde la calidad de los materiales es bastante deficiente pero donde al menos no pagas un precio desorbitado por las cosas. No hace mucho estuve viendo unas lanas que traen de sudamérica y que son importadas por We are Knitters, de una calidad excepcional y unos colores preciosos y cuyo precio se compensa con la calidad del tejido. Quizás ya no interese que queramos hacernos la ropa antes que pagar una burrada por prendas de mala calidad, con tintes tóxicos y cuyo fin es enriquecer al empresario de turno con mil tiendas en España o otras tantas en el extranjero y puede que así solo quedemos los cuatro locos de turno con nuestras agujas haciendo amigurumis que regalamos a nuestros sobrinos o haciendo gorros para nuestros amigos o familiares... pues la dedicación y el amor que va en cada prenda no tiene precio.